Una pedagogía del olvido
En los seminarios con los mediadores de Duitama y Boyacá hemos pensado lo que podría ser una pedagogía del olvido; nos preguntamos si el museo efímero del olvido puede proponer a profesores, estudiantes y, en general, a los grupos de visitantes, una educación olvidadiza e inestable.
Lo hemos hecho de dos maneras: en las reuniones que hicimos en Tunja partimos del imaginario de un público no muy adepto al arte contemporáneo, mientras en Bogotá comenzamos directamente por imaginar postulados de la pedagogía del olvido.
Sin embargo, estos dos caminos son, por igual, formas de conocerse, empezar por el equipo aún antes que por las obras, conocer inquietudes e inconformidades bajo una pregunta compartida y necesaria: la de qué puede dar el museo efímero del olvido desde su propuesta de educación, para qué el diálogo, y para qué y cómo convertirse en aquellos pedagogos efímeros que pueden llegar a ser los mediadores.
Postulados de una pedagogía del olvido:
Bogotá
Pedagogía del olvido
(el olvido contiene lo inestable, pero no al revés)
Olvida que esa pregunta ya se respondió
Emprende tareas imposibles
Ve la memoria como constelación, no como una línea
Cuestiona la pedagogía misma, la reunión de un grupo
Es paradójica: el olvido es involuntario; sería una pedagogía de lo involuntario
Permite al otro contar una y otra vez su historia (y me lo permite)
Pone el olvido como un estado del recuerdo
Esta dispuesta al cambio. Cambiar, errar, está bien
Pone en duda la asociación: memoria-justicia-hacer pagar (Perdono pero no olvido – olvido pero no perdono)
Pregunta en qué se pone el énfasis
Pregunta si usted está dispuesto a recordar todo
Acompaña al otro durante lo inestable
Acompaña al que está enfermo de olvido, o al que lo está de exceso de recuerdo
Tunja
Los olvidos
Olvido como transformación
Olvido como el archivo donde se deja todo
Olvido como herramienta de supervivencia
Olvido como lo que insiste
Olvido para ser flexible (físicamente)
Olvido para no satanizar
Olvido para no idealizar
Aprender – olvidar – desaprender
Solo se puede recordar si se ha olvidado
Una pedagogía de estos olvidos
Despierta curiosidad sobre el propio entorno
Permite abrirse a una historia de las mentalidades – de las emociones, más que a una historia “oficializada”.
Permite a las personas preguntarse por qué no conocen su historia
Permite a las personas contar su historia, o contar la Historia desde su punto de vista
Permite abrir el diálogo sobre esos puntos de vista, no tomarlos también como verdades acabadas, poner en cuestión la historia que cuenta cada quién, ¿cuál historia contarán? ¿Cuál sería la memoria de las personas?
Lleva a la historia personal a ser parte de la Historia